Transcribimos integro el artículo titulado “En Garza García” y firmado por “Quico”. De este ejemplar de el día 6 de julio de 1909.
La tercera corrida de feria se verifico en esta villa el día de San Pedro. La tal corrida resulto muy “mala” y aburrida, saliendo descontento todo el público, especialmente los excursionistas de Monterrey, que pasamos molestias sin cuento para dejarnos tomar el pelo una vez mas por el vivo empresario. ¡Vaya unos novillos feos, flacos y mansos nos largo! Naturalmente que es imposible pedir reses de media casta siquiera en un pueblo como este, pero de eso a abusar descaradamente soltando bueyes de carreta, hay una diferencia enorme. La gente encargada de lidiar los toros, bien modesta por cierto, nada pudo hacer con semejantes animales, por lo cual no censuramos la labor de los banderilleros que fue mala en general. Solo aplaudimos la habilidad de Mantecón al poner un par al novillo que le ganaba terreno y que desde que inicio el viaje Emeterio, se le puso por delante. El joven Rodríguez, asi como “Valentín” con el modo sui generis que tiene de banderillear, casi abrazándose a los toros y el gallardo “Curro” con su terno verde y negro nada de provecho hicieron. Los picadores…muertos de risa, especialmente “Berrinches”, que tuvo no tuvo que hacer berrinche alguno con aquellos esqueletos cornudos. “Conejo” también se fue de rositas, recibiendo solamente un tumbo que le propino una de las liebres lidiadas. Fidel Díaz mato a su primero que se colaba por el lado izquierdo, de una estocada tendida y delanterilla, entrando bien, y un descabello al cuarto intento. La faena fue desacertada y muy sosa. A su segundo que tenía los pitones tan afilados como plátano guineo, y que llego en aceptables condiciones a sus manos, lo toreo desde cerca y con valentía, luciéndose en algunos pases y lo mato de un pinchazo en el lomo, quedándose el novillo, un bajonazo y media estocada buena, un poquitín tendida. Siempre que entro a herir sin jonjana y oyó por ello justos aplausos. A este lo banderilleo con medio par bueno, al cambio y uno abierto y desigual al cuarteo después de haber cambiado sin clavar, con valentía y deseos.
La entrada fue mucho mayor de la que merece la empresa y la tarde buena. Pocos minutos después de terminar la corrida se soltó un agucerito que se encargo de refrescar a los emberrinchados excursionistas ¡Si solamente le hubiera tocado a Paco Olvera!
Quico
viernes, 7 de mayo de 2010
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